EL SIGNIFICANTE VACÍO.
¿Hablar, lo que se dice
hablar del amor, del nuestro, sin definir de qué y cómo y por qué y a pesar
nuestro alejarnos del mar que siempre creímos único? Habría sido tan banal como
hablar de la muerte sin caer en el desorden, en el significante vacío sin
convertirnos en un símbolo, sin casi referencias, cubierto de alabanzas y
negaciones, zarzas adolescentes, sin picaportes, sólo vientos. Un nuevo icono al
cual adorar. Lo cierto es que con las primeras luces, envuelto por tus brazos y
tus piernas supe, pese a cuanto pudiera objetar el mundo, que la vida había
triunfado y tus mordiscos a mis pezones fueron los primeros versos del soneto del
negro. Quizás tengamos que seguir andando, sabiendo que son infinitos tus
adjetivos y que nunca conseguirán descubrir, la individualidad de mi
sustantivo. ¿Hay que renunciar al valor para disfrutar del que ya existe? Pero
no te alarmes, no es que suframos un desajuste (¿quién no?), es que todo cambia
y corresponde que saltes sobre ti mismo o inicies, si quieres, el tramo final del
descanso. Ahora, atiende y oirás como suenan, otra vez, los tambores de guerra.
¿Habrá tropa para avanzar? Fuerte, abrázame fuerte.
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