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Mostrando entradas de septiembre, 2021

¿DESDE DONDE NUNCA ESTUVIMOS?

  Es cierto que apenas nos lo propusimos, como si el perfil de un cuerpo no fuera con nosotros. Pero al menos después de recibir las embestidas ciegas del adolescente, deberíamos saber que cada mirada abre una disyuntiva de cielos posibles y requiere un esfuerzo igual al afán de supervivencia y de emancipación, que abre escenarios para los encuentros. Demasiados intentan a hurtadillas y aun con sacrificio, reinstaurar la tradición, la que fue nuestra, después tuya y ahora se difumina en las noches. Pero cuando el deseo se rinde de soportar la máscara, obliga a una aproximación privilegiada, por inusual, en el entorno de tu cuerpo proclive al ámbito amoroso, de donde nace todo cuanto medir y besar se puede. Siempre con subalternidad hasta hoy, hemos tratado de adquirir la tutela prevaleciente, pero enamorados de cuanto ansiábamos. Hemos intentado lo justo y lo necesario, como cuando al anochecer nos apetece contemplar la luna y desnudos salimos por la

EN EL TRESCIENTO SETENTA Y SEIS ANIVERSARIO DE GÓNGORA.

  Las refrescantes sugerencias funcionales de tu diseño desenfadado y el confortable encanto de tu transparència, son siempre armónicas con mis deseos porque los motivos florales alocados que rizan el encaje de tu lencería ausente anuda mi espalda a tus pechos que muestran vaporosos tus delirios y una larga depurada línea que tornea el perfil inquieto de tus deseos. Ya sé que lo nuestro son mimos ribeteados que púdica cubres con un blusón largo de punto azul chino, de sisa americana, que no hay que desesperar si no llegas o yo encuentro mi placer con tu extrañeza no siempre pero ya sabes que la forma del placer nace y se conforma al fondo de manera que siempre sean tu mitad y la mía complementarias.  

ESPERANZAS QUE SOBREVIVEN.

  Vengo de regreso de tus menesteres a rastras y trompicones, golpeado por tus desapegadas palabras y aun atiendo por qué es de hombres llorar y hay flores sin contornos en tu camino y por mis sendas, cubiertas de te amo sin quererlo, sin saber remar a contracorriente y con el dolor muerto por suicidio. El horizonte movido por la brisa, susurra mis cañas movidas por el agua que roza mis pies. Me llegan tenues y silenciosos cuatro dolores trémulos, ponientes y entristecidos de sombras, aposentados en nuestras entrañas. Compañero, dejemos que la guerra, la castidad y el hambre mueran con las manos, las torturas, y los rebrotes del odio… cuando dios muera de viejo.  

SIN TIEMPO NI ESPACIO.

  Porque todo queda, a tanta distancia del primer encuentro, pretendo volver a descubrirte, desnudo el cuerpo guardado en la memoria y con el sabor inenarrable de la hierba sobre la que te derrarmaste, de regreso de tantos turbadores clímax. Recubierto de caricias anónimas con el suspiro largo de tus pechos erguidos y mis muslos prietos atenazados, aun hoy, digo, me enardece el caracoleo de tus manos y el siempre dulce roce de tus labios sobre mi piel virgen cubierta de ansia, sin tiempo ni espacio donde revolverse . Bien sabes tú, con cuánto dolor te amé y con cuánto placer me dueles, y hoy aun consientes que descanse sobre tu vigor ajustado, tembloroso y dispuesto de nuevo, como aquella primera vez, a temblar por el rubor de mis sacudidas sordas.

DE NUEVO EL HABITUAL OLEAJE.

  Cuando llegó la tumultuosa ola de orígenes revueltos la luz se hizo negra y atravesó años y recuerdos. No hubo sombra para el cobijo ni rellano para dormir y en cada silla de aquel universo se aposentó el presente, cubriendo cuanto fuimos de lodo y jirones de vida hecha muerte sobre el lecho nupcial de cada hogar. Desahuciados y sin semejantes en quienes buscar amparo, tuvimos tiempo entre cañas y peces muertos, de pensar desnudos, sucios de vivir y anhelantes como nos recibe el amor que merodea la noche, y así fue que descubrimos el valor de un mendrugo y el calor de una mano en la cintura. Pasaron muchas noches prolongadas a besos hasta que con el primer y único amanecer sin sol, supimos de su llegada por el graznar purulento de los cuervos endomingados. Cuantas previsiones tuvimos que cambiar igual que un rumbo en alta mar sin brújula, estrellas, remos o velas mientras se repartían el botín. Aquellos días ni los muertos flotaban por temor a las garras. Desde entonces los altares d