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Mostrando entradas de octubre, 2008

LA POESIA DE ESPERANZA MEDINA.

(Una aproximación diletante). Esperanza Medina es una poeta que termina de publicar su segundo libro de poemas, “Epanadiplosis”. Por el contenido del mismo podríamos decir que constituye una declaración de principios respecto a su trabajo como poeta. Puede parecer pretencioso que con tan corto recorrido pretendamos decir algo firme de su hacer como poeta. Quiero decir, algo más allá de los tópicos con los que suelen saludar los críticos profesionales la aparición de un poemario. Puede que así sea. Pero esta poeta apunta maneras dignas de tener en cuenta en el actual panorama de la poesía española, de modo que, por ella, y por ser representativa de una tendencia poética, de la que es una muy cualificada exponente, creo que las reflexiones que de su lectura nos surgen pueden ser, aparte de una aventura, como toda lectura de un poema, una forma de profundizar en la poesía de los inicios del siglo XXI. Más allá de que todo texto poético nace en un tiempo histórico determinado, tiene a la v

MALDOROR Y LA PITONISA.

Todas las vertientes se confundieron, como el cuerno de los ángulos impíos, al descubrir la traición de la meta. Caballos negros danzan en tus días, caballos blancos vuelan por mis noches, siempre a contraluz de nuestros espacios y la calma enmudece la garganta. Merodeando, lunas por los aljibes y ventiscas por las claras angustias. El adagio de Mahler, si no vuelves, dormirá, como el canto de tu pulso, como la condena del desahuciado. De vuelta a nuestra tierra, sin tu arrimo, cómo saber qué nos une y separa, la grieta por donde llegó el recelo, la claridad de tu última palabra.

LA MOMA.

Grácil sobrepasas el día, la mirada ajena, trasciendes a tu pesar los crepúsculos y te pierdes en el desamparo de las noches. Tierna y voraz, adquieres cuanto miras, arisca con lo viejo, te envuelves, torrente de cabellos, en el misterio de las sombras que galopan sin brida desde la infancia. Eres fresca, cántaro curvo, y te derramas, abundante y sutil, sin apenas certezas, ni recodos, ni carencias, ni silencios, sólo luz todavía, sin molde, ni espacio, ni tiempo. ¿Sabes?; un día todos fuimos así, desnudos, libres y sin remiendos, accesibles y expuestos, impunes y sedientos, ajenos al peso de los otros, diferentes, bulliciosos, y la muerte, encapuchada, dormía en el ribazo. De vuelta de la nieve, tienes que negociar, buscarte espacio entre los agravios, decidirte por una de las caras ocultas de la luna, solicitar clemencia, buscar la diagonal, insistir en el hábito de vivir, dispuestos a difuminar la distancia que disipa la entrega, y de nuevo, peregrinos, salir hacia el vacío, manteni

SONATA PARA TRIO.

No eran campanas, fueron cinco veces tres besos sobre tus labios y quedaron como varadas sobre el largo tiempo dormido, Quien sabe mañana, si amanece, qué recuerdo dormirás; quizás sea como un náufrago sin mar donde morir, tal vez ¿por qué no?, una paloma sin aire donde volar, o puede que como la soledad del agnóstico frente al sagrario. Tantas caricias en la despedida de la tarde fueron el principio de la carencia, el exceso de tu esperanza. Tantas urgencias vivimos a caballo de tus caderas locas, que no sé cómo llegar a ti, más allá de tu palabra. Ya ves, te fuiste con Janis Joplin y regresas con Albinoni, y ahora, como todo fin que resuelve un nuevo comienzo, si te vas de nuevo, no huyes, tan sólo es que vuelves.