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Mostrando entradas de julio, 2021

EL JARDIN DE LAS DELICIAS.

  Tuve que doblar las rodillas y aclopado libar. Tu abriste la lucha con largos y ciegos suspiros, yo terminé gimiendo de dolor y placer, derrotado. En el tránsito te gané desnudo y en oración. Ambos tuvimos el placer del olimpo y su cuna, luchamos, a nuestra manera, contra el padre, tratando de descubrir una nueva verdad útil que sobreviviese entre las mentiras por placer. Tuvimos comportamientos que de tan inocentes se nos presentaron como crueles, casi divinos. Por desmesurado huimos del espacio común refugiandonos en la palabra. La mar era de plata y de nuevo tu cuerpo se regaló sobre mi pecho. Sorprendidos los ángeles, nos anotaron como dos cuerpos hermosos, confusos y enamorados.

SECRETO DE CONFESIÓN.

  Fue una aventura abandonar las cunas y encontrarnos, en el instante cero de nuestra historia, envueltos y escondidos en las dimensiones ocultas, hasta intuir que, para saber de ti, tan lejos tus besos, tuve que amar a tu dilecto descanso de los labios. Qué delirio de verbo y qué corto el camino para tan hermoso proyecto. Fueran tantos saltos ordenadamente meditados, del sentido a la significación, que no hay códigos, ni tan sólo coincidencias en el amaneramiento de un mismo origen. Quizás te buscarás un día en la roca, en el agua o en el aire. Ningún miedo. Por dónde sea que quieras andar, el final será tan imprevisible y triste como una pasión farragosa, resuelta a morir de vieja, reconfortada por el deseo, la historia de su mentira, y el secreto de confesión. Los Cementos tiernos que unen.

EL SIGNIFICANTE VACÍO.

  ¿Hablar, lo que se dice hablar del amor, del nuestro, sin definir de qué y cómo y por qué y a pesar nuestro alejarnos del mar que siempre creímos único? Habría sido tan banal como hablar de la muerte sin caer en el desorden, en el significante vacío sin convertirnos en un símbolo, sin casi referencias, cubierto de alabanzas y negaciones, zarzas adolescentes, sin picaportes, sólo vientos. Un nuevo icono al cual adorar. Lo cierto es que con las primeras luces, envuelto por tus brazos y tus piernas supe, pese a cuanto pudiera objetar el mundo, que la vida había triunfado y tus mordiscos a mis pezones fueron los primeros versos del soneto del negro. Quizás tengamos que seguir andando, sabiendo que son infinitos tus adjetivos y que nunca conseguirán descubrir, la individualidad de mi sustantivo. ¿Hay que renunciar al valor para disfrutar del que ya existe? Pero no te alarmes, no es que suframos un desajuste (¿quién no?), es que todo cambia y corresponde que saltes sobre ti mismo o inicies

EL DISFRAZ QUE LOS VISTE.

  ¿Para qué mentirnos? Siempre hemos sido espléndidos y adornados con cilicios, tomados del frailuno vientre dormido, redondo de pena y perfecto y flexible: un sueño. Y puros también, igual que la sed enamorada de múltiples enlaces de la piel.Como cualquier milagro imprevisto, casi imposible banderín de los ejércitos de incierta orilla, unas veces invasores, otros patriotas, siempre engañados por el disfraz de los tiranos, tan hermosos. Sorprendidos por el poder que exhibían, no pudimos entendernos hasta que sustituimos el número por el orden. Desde entonces, como si el mundo fuese cosa de meses, nos entusiasmaba y buscábamos la belleza por sí misma. Parecia que la vida fuese un trago de urgencia, una manera suave de acceder al vacío de la nada. Todo aquello que nos sucedió nos tienta, y es por pasearnos embozados con el manto de la ciencia .

EL HAZ Y EL ENVÉS DE LA CULPA

  Nadie nos dio permiso para vivir a oscuras y deslizarnos suaves sobre los recuerdos motivados ¿Quién pudo perdonar a nadie sin sumergirse? Abrimos la puerta a la hipocresía, a la apariencia y estilizamos la mentira, abrazándo la corrupción y el vicio. Para qué negarlo, nos pudo el morbo, y encontramos tantas razones nobles para seguir viviendo y ninguna para morir que siguió abierto el reto. Es cierto, ¿Por qué no dejarse amar complicando y entrecruzando las vías de acceso al pensamiento y a la belleza? Pero una vez más dimos espacio al remordimiento, a la culpa y a la penitencia, a las cosas importantes de tu vida mía. aquellas de las que nunca, pocos saben nada. La síntesis son el claroscuro, la simulación, la mirada oblicua, dispuesta y resignada. Lo indignante no ha sido sobrevivir, fue dudar de nosotros y de los nuestros, temerosos de saltar sobre el vacío. Hasta que observamos que, si intentas ser tú mismo, te desvaneces.

EN LOS LINDES DE LA VIDA.

  Saben que van a morir de viejos, como siempre lo han hecho, arrugados y con orden. Conocen que la mar no es más que agua y el valle, tierra y piedra. Uniformes, como el mítico desierto, enjutos como el esparto, pretenden tener una larga vida. Cuando tienen que explicar alguna maldad, de las que hacen diariamente, buscan el pretexto del mal del sol de poniente, de los genes, de la herencia. Son la ley eterna de Abraham y Job que nos obliga, en silencio, a servir a su comunidad, se sienten más que amos, caciques. Se aparean y mueren con su verdad, la de siempre, inmensa, inagotable. Algunos, si podemos huimos desesperados. A los cobardes los persiguen como fantasmas. Nunca quisimos ser ellos, eludirlos… pero ¿para qué matarlos?