EL DISFRAZ QUE LOS VISTE.
¿Para qué mentirnos? Siempre
hemos sido espléndidos
y adornados con cilicios,
tomados del frailuno vientre
dormido, redondo de pena y
perfecto y flexible: un sueño.
Y puros también, igual que la
sed enamorada de múltiples
enlaces de la piel.Como
cualquier milagro imprevisto,
casi imposible banderín de
los ejércitos de incierta orilla,
unas veces invasores, otros
patriotas, siempre engañados
por el disfraz de los
tiranos, tan hermosos. Sorprendidos
por el poder que exhibían, no
pudimos entendernos hasta
que sustituimos el número por
el orden. Desde entonces,
como si el mundo fuese cosa
de meses, nos entusiasmaba
y buscábamos la belleza por
sí misma. Parecia que la vida
fuese un trago de urgencia,
una manera suave de acceder
al vacío de la nada. Todo
aquello que nos sucedió nos tienta,
y es por pasearnos embozados
con el manto de la ciencia.
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