DEL SÍMBOLO Y LA METÁFORA

Alrededor del cuarto milenio antes de Cristo, la escritura fue pictográfica y figurativa. Para escribir faraón se hacía un dibujo del faraón en su trono con su cetro, el agua era una onda, el Sol un círculo, el león un león. Era una escritura eficaz para nombrar sustantivos concretos e inventariar y clasificar objetos y seres vivos. La misma figura servía para nombrar el león amenazador y la leona dormida.
El afán y la necesidad de simplificar y profundizar en las cualidades abstractas, los sentimientos y nombrarlos, al parecer, dio como resultado, 1000 años después, una suerte de taquigrafía. Era una escritura simbólica. Y con el símbolo nació la metáfora. Una palabra, un signo podía significar a la vez distintos significados, y al mismo tiempo podía descubrir aspectos y cualidades del sustantivo innombrables, cuando no desconocidas hasta entonces. Por supuesto, todavía no se sabía nada del Estructuralismo ni del Círculo de Praga.
El lenguaje se hizo poético y la consecuencia fué que algún poeta de la corte faraónica pudo hacer una inscripción en la pirámide de Keops con el siguiente verso: “La muerte es la sombra de la vida”.

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