ARIEL CANZANI

Recuerdo que una noche, alrededor de las 3 de la madrugada, sentados en la mesa camilla de mi casa, seguíamos Ariel Canzani y yo hablando de la poesía y comentando la HISTORIA DE LAS LITERATURAS DE VANGUARDIA de Guillermo de Torre. Ariel, capitán de la marina mercante argentina, con amigos en cada puerto y una amplísima cultura, tenía el don de la palabra y era una delicia escucharle, apasionado siempre y profundo conocedor de cuanto se escribía por el mundo. Recién había aparecido un número de la revista que dirigía, CORMORAN Y DELFIN, con poetas de múltiples países y diversas lenguas.
Trataba Ariel de encontrar una explicación razonable de las múltiples variables y tendencias poéticas que aparecen y desaparecen, probablemente diversos caminos para llegar a una misma meta, de difícil acceso y todavía más difícil explicación. Después de varios whiskys, se me ocurrió contar una leyenda que mi gente cuenta para explicar este tipo de situaciones. Al parecer, fue en la plaza del pueblo; la banda de música animaba la fiesta, pero era ya de madrugada y la gente seguía con ganas de bailar y divertirse. Al terminar la última pieza, ni la banda había ensayado más, ni había partituras que no hubieran interpretado aquella noche. Hubo unos momentos de silencio. Uno de los músicos interrogó al Director:
-Qué toquem ara, mestre?.
El director meditó un instante y tomó una sabia decisión:
-La mateixa, però carregadeta de bombo.
Cuando se lo traduje a Ariel, empezó a reir y reconoció que el maestro de la banda de música, sin saberlo quizá, había definido perfectamente el vaivén de los ismos en el arte y la literatura.

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