Mirada. Es cierto que nunca nos lo propusimos abiertamente como si el perfil de un cuerpo no fuera con nosotros bien pero al menos después de recibir las embestidas ciegas del amor adolescente deberíamos saber que cada mirada abre una disyuntiva de cielos posibles y requiere un esfuerzo igual que el afán de supervivencia y de emancipación abre escenarios para los encuentros demasiados intentan a hurtadillas y aun con sacrificio reinstaurar la tradición la que fue nuestra que es la tuya y que ahora se difumina en las noches bendecidas pero cuando el deseo se rinde de soportar la máscara obliga a una aproximación privilegiada por inusual en el entorno de tu cuerpo proclive al ámbito amoroso de donde nace todo cuanto medir y besar se puede siempre con subalternidad hasta hoy hemos tratado de adquirir la tutela prevaleciente pero enamorados de cuanto ansiábamos hemos intentado lo justo y lo necesario como cuando al anochecer nos apetece contemplar la luna o salimos por la calle ...
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EL ABRAZO DE SPINOZA.
El corte profundo que tu vida propone no acaba con el recuerdo de donde vienes marcado, resiste en tus entrañas y deseos aunque cada primavera la crisálida levante el vuelo con la esperanza de un nuevo mundo si lo encuentra en el punto de partida. Todos somos uno ramificado, cada día empezamos una brega buscándonos fatigados de vivir concluimos que cualquier camino conduce al lugar de donde venimos. No siempre aparece claro, por el empeño de vivir si soy hijo, madre, hombre o mujer. Tal vez todos están en mí y por eso os amo y cada cuerpo obtiene la custodia y el placer de mis recursos y el amor que resta del embargo de mi vida.
HACE TIEMPO QUE TE ESPERABA... -DIJO MARLOWE-.
Levantó los ojos hacia las estrellas y las estrellas admiradas por tanta belleza perdieron pie y rodaron por sus mejillas donde con envidia las he visto oscurecerse Ben Al-Labbana Tan liviana como imprescindible, ni cerca ni lejos, ni mar ni cielo, mujer de mil deseos, aún dormida, contrafuego del sexo blanco, llegas desde el placer de la palabra, como la sal mineral sobre el fuego, huyendo hacia mis brazos, como el alba en la noche, disuelta y cautiva, como el beso de la joven madre viuda. Perdidos los horizontes, te acomodaste sobre mi tiempo y mi espacio, serenaste los espejos, encendiste las vueltas y al conjuro de tu sonrisa, religiosa y pagana, abrimos el insomnio de las rosas negras, me tomaste, te sumergiste paciente en mi vida y quebraste la queja del viento, huésped del gozo cansado de los sueños. Un sortilegio del presagio fuiste. Olvidado de tu piel, aturdidos tus tempranos quiebros, me desplacé discreto como la arena disuelta y cautiva, enamorado del origen de tu vientre, ...
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