PERO, ¿HIJOS DE QUIEN?



            Por entonces se trataba de querer ser mediante la voluntad de estar.
Y así tuvimos que llorar, angustiados por la duda, después de tantas 
miradas oblicuas. Pero, no es que hubiera muerto, era que tan solo
 pasaba a ser un sueño confuso de mí mismo, inocente y desaparecido
 en las infinitas moléculas, de extraños rostros que pacientes esperaban 
formar un nuevo cuerpo infantil, un día. Habría que decir que no siempre 
la vida ha sido un desierto y tendría que confesaros que me he dedicado 
a cosas importantes, justo por donde, más pronto que tarde, nos perdemos. 
Como sabes, me lo hizo ver Magritte y su A friend of order.
Hace tanto tiempo que llegaron sus veleros sin banderas ni armas
Venían llenos de gente de lucha y miseria, y en la cara el dolor
de los cantos morunos, apátridas. Nos dieron poco tiempo para esconder
nuestros ríos, rehogar los bosques y esconder nuestra larga memoria.
Poco más pudimos  hacer. contemplarlos bajo el dulce sopor de agosto
y fornicar con todos, consintiendo que eligieran el sexo que querían
que fuéramos y darles a conocer las mil caras del placer, revueltos entre
requiebros y quebrantos, esperando que la misma aventura los trajo
un día de sol, otro  de tormenta se los llevara lejos. Pero ya nunca 
supimos de quien éramos hijos, ni si teníamos  historia, ni de dónde veníamos. 
Todavía hoy, documentalmente libres, miramos su herencia extrañados
y de frente. Hacía poco tiempo que habíamos dejado aquella curva maldita,
onde todo lo que fue nuestro se desvaneció sin el fruto del placer, del coito
libre de la selva, la ausencia de ataduras, y tampoco el consuelo de sembrar
tu vientre en barrecha. Así fue que me dormí entre tus piernas ¿Cómo no
perdernos en la maraña de madres sin hijos y extraviar a dios en las
sinuosidades de la apologética Hallelujah.What a wonderful world.

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