FLUIDOS Y ABIERTOS.

Sin quererlo saber, con el trasunto de tus encantos,
encontramos el placer, el dolor y el oro,
mediante la luz, la sombra y aun el agua
de la que quisimos y queremos beber.
A veces, con lo que sobra al regreso
de las noches blancas y tus años
construimos inducidas obediencias
estrelladas de celos,
pero dicen que es el sino y el complemento,
que desde el abismo
todos buscamos a manotazos, a besos,
y aunque no siempre se consigue,
medio en sombras la luna
y el muchacho semidesnudo,
recordamos tus viejos amores
en los escenarios de la vida,
con el horizonte cubierto de cielo
y el légamo por tu cintura.

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