La segunda inocencia.
Muchos todavía cuentan que somos lo que vivimos, olvidando que, por ortodoxos vivimos lo que apenas nos dejan. Cierto que fuimos pueblo una primavera, pero reflotando hoy somos multitud, anónimos símbolos y revueltos sapiens. Algunos sueños se disolvieron en el transcurso de los vientos de poniente y vuelven los agravios insistentes por las noches, organizan nuevos empeños y deseamos nuevos atributos, nuevas claves que atiendan a quienes somos porque con ansia nos amamos. Pero nunca amanece. Desmantelados, los dioses siguen de siesta. Huyendo, ambos lo sabemos, emergemos de tantas lluvias que generosos devuelven los mares y volvemos con las ramblas. Al principio, sin ánimo de quererte para negarte después me deslumbró tu futuro, luego fue un sutil murmullo ajeno quien me invadió y tu belleza finalmente despertó mi inociencia. Me olvidé de tus atributos y me arrebató la idea de saberme tuyo, atado a tus partes, perdido entre tus luces, recubierto de z...