LA COMPLICIDAD DE LOS DIAS.
Cada vez es más incierto que
la historia nos enseña
a vivir. Aunque durante
siglos nos habéis hablado
del mundo, de cuanto nos
rodea y desconocíamos.
Pero habían muchas noches
para vivir como nunca…
Iniciamos así un largo camino
buscando las formas
y las entrañas de todo lo que
nos podía interesar
para sobrevivir. Tantas veces
olvidamos el más distante
punto de luz del infinito
universo que nos contempla
ajeno, que hoy nos asustáis
si nos miramos, hablamos
y nos preguntamos: ¿quienes
somos, qué hacemos aquí,
a qué hemos venido y dónde
vamos? Se diría que somos
dioses. O puede que solo
dueños. Y receláis si ahora
extrañados nos miramos con
recato y en profundidad.
Pero bueno, tus pechos
todavía son mágicos, de lujuria.
Balbuciendo consiguen
comulgar los trasuntos personales
que desde el centro cordial,
pegados a nuestras vidas,
descubren, en la prohibición,
la complicidad, la licencia,
las perversiones, incluso el
hastío. Desde la frescura
de la matriz en equilibrio con
su centro y su elegancia,
nacieron auroras muelles, tatuadas
niñas y frescas. Fue
como saber que más allá de
tus ojos estabas tú. Vaya…
Y hemos construido,
fascinados por la nada, un habitáculo
de amor, articulado con el
nombre común de cada cosa.
Nosotros, tantas veces
perdidos en la volatilidad del universo,
aunque nos sabemos mortales y
amados. ¿Qué podemos hacer?
Tanto amor y consejos de
la Mama y solo sabemos vivir.
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