VARIACIONES III
Llegamos con volados de encaje, amplios, resueltos y acompañados, rociados, compañeros de la aurora blanca. Hubo que reportarnos, indagar para saber quién era cada cual. Ya sabes… No fue fácil porque, aunque todos los golpes recibidos eran de parecido volumen, no tenían el mismo origen y una frágil historia los cubría. Pero de nuevo las miradas nos identificaron. Horas después, días quizá, supimos que, pese a intentar sobrevenir desnudos y cubiertos de luz, teníamos los hombros hundidos de soportar prejuicios, malicias y consejos, de sublimar deseos, y habíamos aprendido a contar nuestra historia montados sobre el vaivén del apetito y asumir, como si de una condena hablásemos, nuestro futuro inestable.