FLUIDOS Y ABIERTOS.
Sin quererlo saber, con el trasunto de tus encantos, encontramos el placer, el dolor y el oro, mediante la luz, la sombra y aun el agua de la que quisimos y queremos beber. A veces, con lo que sobra al regreso de las noches blancas y tus años construimos inducidas obediencias estrelladas de celos, pero dicen que es el sino y el complemento, que desde el abismo todos buscamos a manotazos, a besos, y aunque no siempre se consigue, medio en sombras la luna y el muchacho semidesnudo, recordamos tus viejos amores en los escenarios de la vida, con el horizonte cubierto de cielo y el légamo por tu cintura.